En la foto a lo mejor no se aprecia bien, pero la base para hacer las flores es un palo de pincho moruno (o dos en caso de que se necesite más altura), una bola hecha de papel de periódico o de revista (el tamaño también depende del soporte) y lana de colores. Se toma el palo y se pincha en la bola de papel y ésta, a su vez, es envuelta en la lana formando círculos. Cuando la bola está a nuestro gusto, extendemos la lana por el palo hasta recubrirlo por completo. Y así tantas veces como queramos... A que no es nada complicado? Pues quedan preciosas en las botellas azules.
Para que las botellas no se tumben por el posible peso de las flores, sería bueno rellenarlas de arroz, arena fina, sal o azúcar de colores; así decoramos todavía más el florero y evitamos que se caiga, sea cual sea el lugar donde lo coloquemos.
Después de esta idea sencillita para decorar, mi nena hizo algo parecido en su particular pizarra de trabajo. Su primo Mateo cogiendo una flor en el campo. Es curioso el dibujo del nene, porque ya empieza a darle rasgos diferenciadores con respecto al dibujo de una niña. Y eso que en casa nunca hacemos distinciones de colores ni de aspectos...
