29 ago 2012

Vacaciones

Acabo de aterrizar en Santiago. He cambiado de temperatura corporal en cuestión de horas y ya hecho de menos lo que tenía hace una semana... Os cuento... Es que aquella tranquilidad, aquel sosiego, aquel sol, aquel aroma, aquellos sabores que tiene mi pueblo, Valencia de Alcántara, no son los que tengo o disfruto aquí...


















Vacía a las 12 de la mañana. Puedes pasear sin esquivar a los de enfrente, los de al lado o los que vienen detrás. Balcones ligeros y ventanas floreadas, el único color a lo largo de la calle. Puertas entreabiertas que invitan a pasar al fresco. Pero a mi me encanta ese sol y ese calor chuchurrío que nos va buscando entre las pocas sombras que se dejan pisar.


















Abandonos bonitos y poco visibles. Todo cuadra en el entorno. El feísmo urbano no se aprecia. Y a todo se le da valor. El contraste de texturas y de materiales recuerda un pasado mejor. Y permite pensar en un futuro con posibilidades. El aire caliente me ayuda a pensar y me desplaza unos cuántos años atrás. Siempre me vengo a Galicia con la memoria activa; con un chute de energía especial. Viendo a amigos de siempre, saliendo con mi hermana y rememorando. Mi sonrisa allí brilla de "outro xeito"...


















Qué decir de lo que una disfruta cuando se levanta temprano. Un patio florido y hermoso lleno de periquitos de mil colores y de macetas esperando a dar fruto. Poco queda ya de los enormes naranjos, de los rosales, de los granados... Teníamos de todo (casi) y aún así no pierde su encanto. No os parece?




































Y entre estos colores, el maravilloso tomate del pueblo. Recién llegado del campo se saborea con paciencia. Cada noche uno. En rodajas o en tacos, en tomatá o en pisto. Vale de todas maneras y preparos. Ahora bien, para gustos... Y a mi mejor solo que acompañado (la foto no es muy buena porque era de noche y en el patio poco alumbran las bombillas; pronto otra mejor, en el próximo viaje).


















En esos días de feria decidimos juntarnos los primos que estábamos en ese momento en el pueblo y tomarnos un algo a la salud de nuestra prima pequeña. Belén se marcha a estudiar a Madrid y queríamos darle un recuerdo de parte de todos. Así que le preparamos un montaje de fotos divertido y cachondo para que nos llevase con ella al piso de estudiantes. Y para que no se olvidase de nuestros teléfonos, se los escribimos todos. Seguro que los usa en alguna ocasión...

De regreso a Santiago por España me fui despidiendo del seco y polvoriento terreno para ir dando paso, poco a poco, al paisaje verde y frondoso de mi Galicia adoptiva.


















Todo es tan diferente... Hay tantos contrastes entre una tierra y otra... Y ambas poseen un encanto único. Inigualable. La conservación del entorno es importante y se hace visible si nos fijamos con detenimiento. Me encanta mirar por la ventana. No quiero perderme nada y entre esa curiosidad encontré esta forma de integración: nidos de cigüeñas sobre largas estacas plantadas por los humanos especialmente pensadas para esas enormes y hermosas aves sureñas. Cerca de Cáceres, en Malpartida, hay cientos.



















Y de Castilla no quise perder la oportunidad de fotografiar el icono publicitario español por excelencia que marcó el comienzo de las grandes vallas publicitarias: el toro de Osborne. Vimos dos y este es uno de ellos. Enorme. Está bien situado, para llamar la atención. Cerca de la carretera. Técnica y táctica. Marca de empresa y todo un símbolo cultural.


















Este es un paisaje totalmente opuesto. Verde, montañoso, lleno, con más vida. Es gallego y cercano ya a Compostela. Me gustan los contrastes y quizá por eso le saco partido a ambos escenarios. Son válidos para épocas distintas y hay que saber disfrutarlos. Yo lo intento...


















Ha sido una semana de cierta paz. Quería salir del día a día, de la rutina y de las explicaciones por email. En parte lo he conseguido. Pero sobre todo, me llevo dentro la alegría con la que he visto disfrutar a mi nena estos días de vacaciones. Su sonrisa y su espontaneidad no dejan de sorprenderme!